Es importante adaptar la fertirrigación según las condiciones específicas del cultivo y el suelo. En sistemas de riego localizado, como el goteo, se reduce el volumen de suelo disponible para las raíces, lo que requiere una reposición más frecuente de nutrientes debido a la capacidad limitada del suelo para almacenarlos.

Otros sistemas de riego, como el deficitario controlado, optimizan el uso del agua durante las fases menos críticas del ciclo productivo. Además, el análisis foliar y del suelo es fundamental para ajustar las dosis de fertilización, evitando el agotamiento del suelo y garantizando la disponibilidad de nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio.

La fertilización excesiva puede suponer un riesgo para el cultivo. Para evitarlo, la adopción de tecnologías precisas y la consideración de factores como el pH del suelo y las interacciones de nutrientes son cruciales para el éxito de la fertirrigación en el olivar.