La quimigación es una técnica que consiste en aplicar fitosanitarios disueltos en el agua de riego. Se emplea en cualquier sistema de riego: goteo, aspersión o incluso por superficie o a pie. No obstante, en general se utiliza en sistemas de riego localizado.
Llevar a cabo un uso eficiente de dichos fitosanitarios, es decir, realizar una correcta quimigación, resulta esencial para conseguir una mayor eficiencia productiva y un ahorro de recursos.
Para entender mejor la quimigación, es necesario conocer la fertirrigación. Este proceso aplica cantidades precisas e iguales de fertilizantes, nutrientes u otros productos solubles en agua a través de un sistema de riego. Por lo tanto, la quimigación es un proceso muy parecido a la fertirrigación, pero se aplican productos químicos solubles en agua, como pesticidas, herbicidas y fungicidas.
La quimigación, la fertirrigación y el riego se encuentran estrechamente relacionadas ya que el objetivo es que cada planta reciba una cantidad uniforme de agua y aditivo. Esta uniformidad resulta clave para el éxito de la quimigación y fertirrigación.
La búsqueda constante de una alta productividad de los cultivos, acompañada por la escasez de agua, hacen que técnicas como la fertirrigación o la quimigación se popularicen en todo el mundo. Beneficios de estos métodos, como la alta eficiencia en la utilización de nutrientes o las pérdidas mínimas por lixiviación, los hacen líderes en el mercado agricultor.
Las principales ventajas de la quimigación son las siguientes:
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